Libros de historia obrera: la importancia de la memoria
En el marco del 72° Congreso también se llevó adelante la presentación de los libros de “Historia de la Federación Aceitera y Desmotadora” (Tomos II y III), de Leónidas “Noni” Ceruti, que recupera los diferentes momentos y conflictos que han transitado la Federación y sus sindicatos adheridos, y “El encanto del tanino”, de Alejandro Jasinski, sobre la experiencia obrera de La Forestal. La misma contó con la presencia de sus autores y la coordinación de Marco Pozzi, Secretario de Salud Laboral de la FTCIODyARA.
Leónidas “Noni” Ceruti comenzó resaltando la importancia de la memoria y de relevar, recuperar, preservar y difundir la memoria histórica de la clase obrera en general, y de los trabajadores aceiteros y desmotadores en particular, como legado, fuente de aliento e inspiración para las nuevas generaciones.
“¿Por qué la importancia de la memoria? Yo creo que el triunfo quizás más importante del capitalismo es haber borrado de la memoria el conjunto de las normas laborales y el proceso de lucha por el cual se habían obtenido tales conquistas laborales. Por eso, mirar el pasado a través de la conservación de la memoria es una actividad necesaria para fortalecer el nexo entre el pasado y el presente, recoger experiencias y proyectar el futuro. Y acá hay muchos delegados, y van surgiendo nuevos delegados, que no participaron de la huelga del 2015. Para eso sirvió rescatar esa huelga histórica de 25 días. Esos jóvenes que no participaron pueden navegar en esa huelga, que fue un ejemplo en esa década para toda la clase del país. Son cosas que tienen derecho a ser recordadas”.
Los libros, contó su autor, recopilan los discursos de referentes de la Federación en los distintos conflictos, los reportajes, las notas que salen en el periódico de la Federación, las notas de distintos periódicos, radios y en televisión. “Esto es parte también de la batalla cultural – valoró – ¿Por qué? Porque la historia está en debate. En la historia se debate, en la historia se ocultan cosas, en la historia se tachan personajes y acá yo no he tachado a nadie. Estos dos tomos son, como el primero, una historia colectiva. No es una historia individual, es una de los aceiteros y los desmotadores”.
Leónidas detalló, además, que en el tomo 2 le dedica un capítulo especial al periódico que saca hoy la Federación, otro trata sobre las diferentes filiales de todo el país, uno está dedicado a la obra social de la Federación, y hay otros capítulos donde trabaja el sistema contratista y la tercerización, además de uno dedicado a la salud laboral y las condiciones laborales. También, uno está dedicado a las importantes luchas y conflictos desde 2018 hasta fin del año pasado, atravesados en parte por los dos años de pandemia.
Para finalizar su intervención, Ceruti recordó la frase de Rodolfo Walsh extraída de una publicación de la CGT de los Argentinos, que decía: “nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas”.
En tanto, Alejandro Jasinski presentó su libro “El encanto del tanino”, que rescata la experiencia de la lucha de los trabajadores tanineros, que reconstruye a través de las actas históricas, y cuya historia, aseguró el autor, “se conecta tanto con la historia de los aceiteros”.
En esa línea, valoró: “es tan importante que los trabajadores y trabajadoras tengan conciencia de la importancia de registrar todos sus actos y acciones, todas sus formas de pensar, sus estados de ánimo, que dan cuenta de las historias”. “También – agregó – podemos usar esas memorias para ver qué es lo que dicen en determinado momento, no solamente utilizarla como dato. Y también ver cómo se utilizan esas memorias en distintos momentos históricos. Esas son las luchas por las memorias, en las que nosotros intervenimos”.
En esas memorias, algunas de las cuales rescatan a La Forestal como una empresa benefactora “que tanto supo dar” a sus trabajadores y que, a la vez, niegan la lucha que llevaron adelante esos mismos trabajadores hacheros, según el autor, “hay algo que se olvida, que se niega”, “es una memoria obstruida”.
En ese sentido, este libro, según Jasinski, “lo que busca hacer es rescatar el pasado histórico poniendo en juego esas memorias y viendo qué es lo que se ha olvidado: el protagonismo de la clase obrera, la capacidad de defensa, de capacidad de luchar, la capacidad de tener experiencias de vida y reproducción en un lugar determinado, y las violencias empresariales”.
Con respecto a la industria del tanino en esa época, explicó: “el tanino es una sustancia que se extrae de muchos árboles, pero en Argentina principalmente del quebracho colorado, que existía en enorme abundancia al norte de Santa Fe y en Chaco. Ese árbol se procesaba en unas fábricas. Salía una sustancia muy densa y negra, y que salía para curtir los cueros. Un producto que era básicamente de exportación para Europa, lo que les daba una posición estratégica a sus trabajadores, muy parecido a lo que les sucede a los trabajadores aceiteros. Este proceso arrancaba en el trabajador rural hachero y terminaba en el trabajador industrial. Y eso implicaba una gran diversidad de situaciones laborales. Todo eso era organizado por la Forestal, de quien eran los puertos y ferrocarriles. Un mundo obrero enorme”.
Asimismo, en cuanto a las violencias empresariales de la época, el investigador rescata cuatro, que hoy se pueden reconocer en cualquier lugar de trabajo: “una es la violencia del trabajo, que se expresa en jornadas extenuantes, el control externo del ritmo de la producción, la del salario que no alcanza, la violencia psicológica y el estrés. Otra de las formas de la violencia es la normalización de la violencia, es decir, la aceptación cultural de que hay determinadas normas que son aceptables o frente a las cuales uno se debe resignar. Después están las prácticas empresariales represivas, de espionaje, las propias policías de las empresas, las amenazas, los castigos, las multas. Y después está la violencia silente, que es aquella de la cual no se habla, que tiene que ver con toda esa violencia por fuera del espacio de trabajo, pero que son delitos políticos-económicos que atentan contra el obrero, contra la reproducción de su vida y el medio ambiente en el cual trabaja”.
“El encanto del tanino” comienza con la masacre de 1921 y se pregunta cómo esas familias sobrevivieron a la masacre, y cómo se convive después de una masacre como la que se relata en el primer libro. Es una historia que va hasta 1945. “Los trabajadores del tanino querían conseguir la aplicación de la ley 11729, que era una ley que estaba aplicada para el comercio y que establecía las indemnizaciones, las vacaciones anuales pagas y la continuidad del trabajo. Esa ley era tremenda, porque no le permitía la práctica de lockout. Entonces, frente a esos intentos de lucha, La Forestal empleaba el lock out y con una virulencia tal que desmoralizaba al sindicato. Y esa violencia tiene que ver con esta desmoralización en la que los trabajadores están tan involucrados, por lo cual son tan importantes estas instancias de formación, debate y los libros como los de ‘Noni’ Ceruti”, valoró.