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La salud laboral: tarea política de la organización gremial

Durante la segunda jornada del 72° Encuentro se desarrolló el panel de salud laboral en el que se abordaron “Los riesgos psico-sociales en el trabajo”. Contó con la participación de Mariano Mussi, médico epidemiólogo, Esteban Fridman, psicólogo, María Paula Lozano, asesora legal de la FTCIODyARA, Carina Savone, Sub Secretaria de Género del SOEAR, y la coordinación de Marco Pozzi, Secretario de Salud Laboral de la FTCIODyARA. Entre otros puntos, se habló sobre la necesidad de pensar las condiciones laborales y los efectos de la turnicidad en la salud, a los fines de disputar una reducción de horario o el acortamiento de la vida laboral.

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El primero en intervenir fue Mariano Mussi, médico epidemiólogo, quien comenzó hablando del sufrimiento y las enfermedades que devienen de la rotación por turnos y de cómo, desde que comenzó el capitalismo hasta ahora, de la mano de la ciencia y la tecnología aplicada a la gestión de ese tiempo, los trabajadores y trabajadoras cada vez tienen menos tiempo libre y trabajan cada vez más.

En ese sentido, señaló: “en los años 70’, con la crisis del petróleo, donde los capitalistas reestructuraron los procesos productivos para dar respuesta a los avances obreros sobre el control del proceso de trabajo, se da lo que es la primer muerte por exceso de trabajo o lo que se conoce comúnmente como ‘Karoshi’. Se dio en un trabajador de 29 años que no mostraba ningún tipo de problema de salud previo y que falleció súbitamente de un accidente cerebrovascular. Ya no hablamos solamente de que alteran los ritmos de sueño y vigilia, que altera la vida social del trabajador, sino también que la carga de trabajo, el volumen, la cantidad total del tiempo trabajado, disminuye nuestra expectativa de vida. Así, una investigación de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Internacional del Trabajo determinó que a nivel mundial existen 500 millones de personas expuestas a una sobrecarga de trabajo – trabajar más de 55 horas semanales – y a un mayor riesgo de morir por infarto del miocardio y por accidente cerebrovascular. Esto significa alrededor de 750.000 muertes por año alrededor del mundo y es un número que representa, aproximadamente, el 5% de mortalidad global de la población trabajadora”.

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Mariano Mussi.

Asimismo, señaló que las razones de este tipo de impacto tienen que ver con el estrés laboral crónico (que afecta al desarrollo de hipertensión, diabetes y enfermedades cardiovasculares), la alteración de los ritmos cardíacos (que se asocia el desarrollo de hipertensión y diabetes, entre otras enfermedades) y las respuestas comportamentales, dado que los trabajadores y trabajadoras están todo el tiempo alertas, exigiéndose, dando más intensidad de trabajo y “eso implica de alguna manera perder nuestra capacidad de definir cómo nos relacionamos con el propio cuerpo”, lo cual influye en un aumento de la mortalidad por accidentes cerebrovasculares y cardiovasculares. Además, especificó, aparecen otros factores, como el ruido, el frío y varios productos químicos utilizados en los espacios laborales.

En este marco, Mussi recalcó: “ahí hay una tarea política, de evidenciar qué volumen de los compañeros que están afectados por estas enfermedades tienen que ver con la intensidad laboral, es sumamente importante una acción política. ¿Por qué queremos trabajar menos? Queremos trabajar menos para no morir. Y, por otro lado, nos genera una provocación a nosotros mismos: ¿con más tiempo libre, qué es lo que queremos hacer? ¿Con él hacia dónde queremos llevar nuestro deseo?”, cerró su intervención.

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Esteban Fridman.

Por su parte, el psicólogo Esteban Fridman comenzó poniendo el foco en el crecimiento exponencial que han tenido en los últimos 30 a 35 años el malestar subjetivo y los problemas psíquicos al interior del trabajo, y destacó los objetivos que persiguió el neoliberalismo con las nuevas formas de organizar el trabajo y las evaluaciones del trabajo: “tenían un objetivo claro orientado a quebrar la solidaridad de la gente. Estuvieron orientadas directamente a romper todo. Nada que ver con la cooperación dentro del trabajo. Estuvieron orientadas centralmente a convertirnos en individuos solos. La más famosa de esas metodologías, que son muchas, es lo que se llama evaluación individual, donde hacían la evaluación individual de la performance de lo que cada uno era capaz de hacer o no hacer. Era evidentemente el efecto de esto: rápidamente puso a competir a los trabajadores entre sí. El efecto de esto ha sido la profunda soledad al interior de los espacios de trabajo, es decir, podemos ser muchos pero cada uno solo”.

También hizo hincapié en el aumento del uso problemático de sustancias: “es una situación que nosotros estamos trabajando con los distintos compañeros. La vemos en crecimiento. El uso de sustancias no es algo universalizado, es decir, no es para todo el mundo igual sino que tiene que ver con qué significado o sentido le da esa persona a esa sustancia en ese momento. Sería el sentido que le damos cuando ese sentido no aparece. Con qué cosas nos llenamos o qué cosas vienen a sustituir sentidos posibles. Ahí necesariamente tenemos que tener una política, hay una consigna que es ‘acompañen, no castiguen’ ”.

En ese sentido, siguiendo las reflexiones iniciales de Mussi también se preguntó: “¿Qué queremos hacer con ese tiempo libre? A nosotros nos parece importante esa pregunta. ¿Hacia dónde queremos ir? ¿Qué tipo de vida? Me parece que nos cuesta mucho imaginarnos o jugar a imaginarnos eso”.

En este contexto, planteó posibles líneas de acción: “el diálogo permanente y el espacio de encuentro con los trabajadores que están en un mismo sector de trabajo. Después, otra línea de acción es que a nosotros nos parece que tenemos que poder asumir con la fuerza de los trabajadores el desarrollo de los espacios culturales, de los espacios de encuentro, de los partidos de fútbol, de todo aquel espacio que nos permita generar lazos solidarios con el otro. Ese espacio de encuentro es saludable y es preventivo, lo mismo que la convocatoria de la militancia colectiva. Imaginar estrategias para romper ese individualismo, para recuperar la solidaridad”.

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María Paula Lozano.

Luego, llegó el turno de María Paula Lozano, asesora legal de la FTCIODyARA, quien destacó la importancia de construir un modelo de salud laboral desde la realidad que viven diariamente las y los trabajadores, y donde los y las asesoras sean una herramienta. En ese sentido, rescató la herramienta de los Comités Mixtos. Y también abordó la cuestión de los riesgos psicosociales en los lugares de trabajo desde una perspectiva de género.

En ese sentido, recalcó: “lo invisible que hace daño, algo que la autora canadiense Karen Messing trabajó mucho con relación a la salud laboral de las mujeres. Tiene que ver con una división de roles estereotipada que afecta a varones, a mujeres, a todas las personas, que asigna atributos y ciertas características, y parecería que los únicos riesgos laborales son aquellos vinculados a esos atributos que se asignan. Por ejemplo, a un varón trabajador industrial que va a hacer fuerza física, todo lo que tiene que ver con la dimensión humana y subjetiva parecería que en definitiva no nos afecta como personas. También, todas las personas a lo largo de su vida necesitan ser cuidadas. Y ejercer ese derecho al cuidado también genera esa carga, genera riesgos del trabajo, porque se traslada, es una sobrecarga, y no es visible. Todas esas afecciones que tienen que ver con esa doble jornada, que realizan especialmente las mujeres, pero también con otros riesgos que no están reconocidos en nuestra normativa laboral y nos afectan, nos dañan y, sin dudas, que también nos hacen atravesar condiciones de trabajo que en definitiva nos van generando un desgaste. La legislación que tenemos parte de esta idea de esa formación de la medicina laboral, en donde solamente se ubicó como riesgo de trabajo aquello que era funcional al sistema capitalista de producción, que estaba generado por técnicos al servicio de las patronales y que omitía un montón de otros daños en la salud que atravesamos todas las personas”.

En la misma línea, destacó: “de la mano de los Comités Mixtos podemos hacer las denuncias, podemos llevar adelante una acción sindical que las incluya y que reconozca un concepto de salud que tenga que ver más con nuestros intereses y no con aquella salud laboral que fue construida en cierto momento histórico y con un objetivo fundamentalmente de sostener un sistema económico de producción”.

De igual modo, rescató el Convenio 190 de la OIT, que se refiere justamente a la eliminación de la violencia y acoso en el mundo de trabajo: “es para todas las personas trabajadoras e incluye también la violencia por razón de género. Establece la tolerancia cero frente a esas acciones y reconoce justamente estos riesgos psicosociales también como una forma de violencia. Lo dice claramente, pero esto lo tenemos que bajar a la acción sindical con el Comité Mixto, porque en el medio del Convenio 190 y los Comités tenemos los intereses patronales, tenemos el sistema de ART, sobre el cual venimos hablando hace años y años”.

Además, Lozano recalcó la importancia de reconocer las situaciones de violencia y acoso en otros ámbitos relacionados al espacio de trabajo, como el trayecto de la casa al trabajo, los espacios de los comedores, los vestuarios, y las comunicaciones por celular, entre otros: “es muy importante para poder luchar contra estas conductas también cuestionarnos a nosotros mismos los chistes, seguir repitiendo algunas conductas. Sabemos que hay muchas y muchos compañeros que atraviesan licencias, por ejemplo, que no son reconocidas las situaciones de violencia, sino que en general se pasa como una licencia psiquiátrica. Y así se victimiza a quien sufre una situación de acoso o violencia. Por eso es muy importante la defensa colectiva y el acompañamiento frente a esas situaciones la denuncia, porque el sistema jurídico que está por debajo de estas normas constitucionales o supra legales no nos acompañan”.

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Carina Savone.

El panel lo cerró Carina Savone, obrera aceitera mecánica de Cargill y Sub Secretaria de Género del SOEAR, quien, siguiendo a Lozano, contó sobre el protocolo que generaron desde la Subsecretaría para tener leyes y normas para actuar frente a los casos de violencia de discriminación, de violencia y acoso sexual en los lugares de trabajo.

También, se refirió a los tipos de violencia y su origen: “se genera por una división sexual de trabajo. Con esto nos referimos a la mamá en la casa cocinando, el papá en la fábrica trabajando. Actualmente, la división sexual de género se ve truncada, porque la mujer tiene que salir a trabajar, porque con un solo sueldo no alcanza. Entonces, al ingresar en un mundo altamente masculinizado como tenemos, muchas veces se dan los cuestionamientos, como que la mujer no sabe trabajar, que no va a poder con el puesto y que no tiene fuerza. Entonces, ¿para qué viene? Son tipos de discriminación hacia la mujer que actualmente se están dando. Esto genera estrés y pérdida de ganas de ir a trabajar”, señaló.

Savone también relató cómo se aplicó el protocolo de actuación desde la Subsecretaría en dos casos puntuales, uno de acoso laboral y otro de discriminación: “en el primer caso, fue un trabajo de varios meses donde la compañera presentó una queja con un delegado. El delegado se comunicó con la Subsecretaría de género y bueno, se siguió el caso y se logró cambiar de turno al supervisor sin tocar a la víctima porque, obviamente, la empresa quería cambiar a la víctima. A la víctima no hay que revictimizar, porque si no va a decir ‘yo qué voy a denunciar si después me cambian de sector o de turno’. La idea es cuidar a la víctima. Tenemos también un caso de un compañero de la comunidad LGTB en la empresa donde yo trabajo. Hay un programa que se llama ‘Aliados”. Este compañero ingresó en ese programa, le dieron una calco, él la colocó en un casillero y le escribieron varias cosas. Se está trabajando con la empresa y la asesora psicóloga, que nos armó una charla y por primera vez se va a dar esa charla de carácter obligatorio para todos los compañeros en conjunto entre sindicato y la fábrica. Esto es un logro enorme”, valoró.

Retomando la problemática de la división del trabajo a través del género, hizo un llamado a “generar conciencia de que las niñas pueden salir a trabajar, pueden ser técnicas y así poblar más la fábricas, y que esto no significa que van a echar a un hombre para darle lugar a la mujer, sino que significa que va a haber más equidad, más igualdad”.

En ese sentido, recordó que están realizando charlas en escuelas secundarias para convencer a las chicas estudiantes que presenten sus CV en las fábricas, si así lo desean. También contó que desde la Subsecretaría están teniendo charlas mensuales con las trabajadoras de las fábricas y están yendo a los encuentros feministas plurinacionales (el año pasado fueron a San Luis y este año a Bariloche), donde se están dando la tarea de hacer conocer que el sindicato y la Federación también están en la lucha feminista.

Se hicieron dos encuentros. Entre otras acciones de la Subsecretaría, también rescató: “por medio del Comité Mixto se generó vestuarios en el puerto para mujeres, que antes no había, o sea, yo cuando iba al río tenía que ir a un baño a cinco kilómetros porque no había baños. También, a las víctimas de acoso laboral se les están dictando talleres. El 8M se dictó un taller en el sindicato de Rosario, donde se invitó a referentas y referentes de todos los sindicatos de Rosario para generar conciencia. Y, por segundo año consecutivo, se está haciendo en Rosario una campaña del ‘Octubre Rosa’, donde en un día las compañeras afiliadas se pueden hacer todo lo relacionado a la prevención del cáncer de mama (mamografía, ecografía y todo tipo de análisis)”.