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“El punto de partida para la unidad tiene que ser el salario”

Nuestra Federación participó del Congreso “Reforma Sindical en América Latina: impactos y desafíos” realizado en la Universidad Andina Simón Bolívar, Quito, Ecuador.

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Fotos: Hugo Pavón.

La importante actividad fue organizada por el Área de Derecho de la casa académica junto a la Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres (CEOSL) y la Asociación de Abogadas y Abogados Laboralistas del Ecuador (AALE).

En este contexto, fueron invitados el secretario general de la FTCIODyARA, Daniel Yofra, el secretario de Salud Laboral de la FTCIODyARA, Marco Pozzi, también secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros de Rosario (SOEAR), y el asesor legal de la FTCIODyARA y presidente de la Asociación Latinoamericana de Abogadas y Abogados Laboralistas (ALAL) Matías Cremonte, quienes se trasladaron a Quito este jueves 26 de septiembre para compartir la experiencia de nuestra lucha obrera.

Los representantes de la Federación participaron de un panel conducido por María Belén Paladines, integrante del Centro de Investigación y Defensa del Derecho al Trabajo y de la Asociación de Abogados y Abogadas Laboralistas del Ecuador. El tema central fue el ataque del gobierno de Javier Milei en contra de los sindicatos y la clase obrera en Argentina.

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Quien primero tomó la palabra fue el compañero Daniel Yofra, para hablar sobre el rol del movimiento obrero ante la reforma laboral regresiva. Tras agradecer la invitación, el dirigente aceitero comenzó contando el contexto en el que se encuentra la región: “En Argentina, en Latinoamérica, estamos padeciendo el avance de la derecha más dura que ha existido en los últimos tiempos, por lo menos en 40 años de democracia en nuestro país”.

Yofra compartió cómo se organiza la Federación y cuál es su trabajo: “Nuestro deber o nuestro objetivo dentro de la organización es tratar de allanar el camino a las distintas filiales, a los distintos sindicatos de primer grado, para que ellos dentro de sus lugares de trabajo puedan aplicar el mejor convenio que tenemos a nivel nacional. Y el hecho de que podamos negociar colectivamente ante los gobiernos de turno y ante las patronales, posibilita incluso que aquellas empresas que son pymes, que son pequeñas empresas que no tienen la posibilidad de exportar como las agroexportadoras, pero sí tienen la posibilidad de pagar un salario acorde a las necesidades que establecen nuestras leyes y nuestra Constitución, lo hagan también, que se vean obligados a hacerlo”.

En ese sentido, Yofra explicó que “esa es la posibilidad que tenemos las organizaciones sindicales cuando podemos defender el derecho colectivo, cuando podemos negociar para todos los trabajadores y trabajadoras de nuestro país, independientemente de las posibilidades que tengan esas empresas de pagar”.

“Aunque”, aclaró, “hemos estudiado cada caso y todas pueden pagar un salario acorde a las nueve necesidades. Lo único que implica es que esas empresas ganen menos”.

Esta lucha sindical organizada es la que “tenemos que dar los trabajadores y trabajadoras, no sólo de nuestro país, sino de América, que somos los más castigados por esta nueva ola muy agresiva de la derecha mundial, que en su momento utilizaban el mecanismo de los militares y hoy nos ganan las elecciones democráticamente”, indicó Yofra.

Y continuó denunciando que el gobierno de Javier Milei “vino a destruir el contrato social que nos costó 100 años de luchas, 100 años de desapariciones, 100 años de compañeros y compañeras encarcelados y perseguidos por su ideología y por defender a la clase obrera”. Este ataque se da “en una situación de debilidad con respecto a la historia del movimiento obrero argentino y de la clase sindical, en donde permitimos hace unos meses de que se reforme la ley laboral, totalmente regresiva, en donde se precariza aún más a nuestros trabajadores”, advirtió Yofra, que recordó que aunque la Federación convocó a tres huelgas en contra -una suspendida por conciliación obligatoria-, el accionar del conjunto del movimiento obrero argentino fue “insuficiente ante el avance de un gobierno que vino a destruir al Estado, que viene a destruir a la clase trabajadora y que viene por sus derechos”.

“Sin miedo a confundirme, creo que el sindicalismo en Argentina es uno de los más fuertes en América, y si no hacemos algo y no cambiamos la actitud, seguramente vamos a padecer muchísimo en lo que resta de nuestras vidas y le vamos a dejar a nuestras próximas generaciones un movimiento obrero totalmente debilitado”, aseguró.

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Yofra explicó que esta reforma laboral regresiva va contra “una herramienta fundamental” que es la huelga, “a tratar de limitarnos ante esta situación que cada vez nos ahoga más”. Sin embargo, aclaró que “tampoco considero que no podamos vencer a la derecha, porque ya ha pasado, ningún derecho nos ha sido regalado, ningún derecho se nos dio ‘de corazón’ por el capitalismo. Sino que generaciones anteriores a la nuestra han luchado y han logrado que se nos den derechos, que hoy tenemos la posibilidad de defenderlos e incluso de reconquistarlos, pero no hay ninguna posibilidad de hacerlo si no pensamos en que tenemos que salir a luchar”.

Yofra relató la lucha de la Federación por el Salario Mínimo, Vital y Móvil, cómo se conforma en relación a las nueve necesidades -alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte, esparcimiento, vacaciones y previsión- de acuerdo a la Ley de Contrato de Trabajo y la Constitución Nacional. En ese sentido, detalló: “Sumadas cada una de las necesidades que debe cubrir un Salario Mínimo, Vital y Móvil en nuestro país, alcanzan un valor de $1.560.000, serían cerca de 1200, 1300 dólares. Sin embargo, la media de nuestro país gana menos de 500 mil pesos, es decir menos de 500 dólares”. También agregó que en Argentina hay 55% de pobreza, de los cuales el 40% son trabajadores registrados y “esa es una responsabilidad de los sindicatos y de sus dirigentes, la responsabilidad de salir a pelear por ese salario”.

Sin embargo, explicó que “entre lo que dice la Constitución Nacional y la Ley de Contrato de Trabajo, hay dos interpretaciones” comparando la de nuestra Federación con la que convalida la Confederación General del Trabajo (CGT) en el Consejo del Salario; esta última “discute un salario de 300 mil pesos, menos de 300 dólares”. Yofra cuestionó: “Nos preguntamos cuál de esas necesidades tenemos que dejar o tenemos que sacar de la Ley de Contrato de Trabajo y de la Constitución Nacional, porque con 300 dólares seguramente un trabajador y una trabajadora tiene que optar por si come, por si se viste, por si tiene un hogar, por si puede irse de vacaciones”. Recuperar la dignidad del salario “es la lucha que hay que dar, ante la batalla cultural que este gobierno con mucha agresividad está imponiendo en la mente incluso de los trabajadores y trabajadoras, y esa es nuestra preocupación”.

En ese sentido, Yofra se metió de lleno en el debate de la batalla cultural y apuntó: “Si un capitalista piensa que nosotros no tenemos derechos a tener vacaciones, a poder tener una vida digna, a tener alimentación adecuada, a darle educación a nuestros hijos, es algo normal, es lógico de un capitalismo que jamás va a ser humano. Ahora, que nuestros trabajadores crean en ese discurso, esa es una batalla cultural que los dirigentes sindicales tenemos que dar”. Y continuó: “Es nuestra obligación hacerles entender que ese capitalista o ese capitalismo nos desprecia a la clase trabajadora, detesta que vayamos a los mismos lugares de vacaciones conjuntamente con ellos. Por eso hay que salir a luchar por nuestros derechos y no pensando si hay un gobierno afín a nuestros intereses como sindicato o como gremialista; independientemente de los colores políticos que gobiernen, la clase trabajadora conjuntamente con sus dirigentes sindicales, tenemos que salir a luchar por una sociedad distinta. Me parece que ese es el desafío que hoy tenemos, no solamente en nuestro país, sino en América”.

Yofra aseveró que “el primer punto para distribuir la riqueza de nuestras naciones es el salario. Es el punto de partida”. Por lo que “no podemos seguir permitiendo o creer que tenemos que ser pobres trabajando. Y esa es una lucha que tenemos que dar permanentemente”. Tampoco, indicó, “podemos seguir esperando ni a la OIT ni a las centrales sindicales y si es necesario ni a los sindicatos”. “Los trabajadores tienen que salir a luchar, a ganar las calles, a concientizar a nuestros trabajadores de cuáles son nuestros derechos, porque la conciencia nos va a dar la fuerza que necesitamos para pasar por arriba de todos aquellos que quieren vernos pobres”.

“Me parece que el punto de partida para la unidad tiene que ser el salario, no solo en nuestro país sino en Sudamérica”, sentenció. “No podemos seguir siendo esclavos trabajando en lugares donde tienen la rentabilidad suficiente para que podamos tener una vida digna”.

Yofra reforzó esta idea al asegurar que tampoco se puede “seguir esperando a un mesías político para que nos solucionen los problemas; creo que el movimiento obrero tiene muchísima más fuerza que cualquier movimiento político, que cualquier líder político. Lo único que tenemos que hacer es salir a discutir, salir a plantear nuestros derechos, si no tenemos sindicatos, salir a las calles, a copar las calles y hasta que no tengamos una vida digna, no dejar las calles que es el lugar donde pertenecemos”, concluyó.

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La autonomía, la democracia sindical y la salud

Tras los aplausos de las y los presentes, tomó el micrófono Marco Pozzi para hablar de la “coyuntura política y sindical de Argentina” y celebró los espacios de reflexión como este Congreso. “En base a lo que contaba recién Daniel, me parece que es importante resaltar nuestra estructura sindical y cómo nos permite tener autonomía y hacer una lectura de lo que viene sucediendo sin ningún tipo de influencia política partidaria”, comenzó Pozzi y resaltó que esta autonomía “hoy es tan necesaria y tan importante sobre todo para lograr una autocrítica al avance de la derecha en nuestro país, que hizo que 6 de cada 10 trabajadores voten al Presidente que hoy tiene la República Argentina”.

Tras relatar cómo está organizada la Federación, a través de sindicatos, delegados sindicales y el enfrentamiento con grandes multinacionales, Pozzi explicó que socializar este tipo de estructura “me parece que es fundamental en estos tiempos para reforzar ese espacio de discusión, de lucha y de formación de ideas dentro de la fábrica con los compañeros muy cerca de la realidad. Eso nos permite a nosotros no solamente fortalecer la conciencia, sino también la democracia sindical”.

Sin embargo, Pozzi aclaró que “a pesar de esa democracia que tenemos instalada en nuestras plantas, 6 de cada 10 compañeros nuestros han votado hoy al Presidente que tenemos”. “Entonces, creo que debemos empezar a hacer una autocrítica como dirigentes y pensar qué es lo que no hicimos o qué es lo que hicimos mal hasta acá para que para llegar a que esto suceda”, indicó y añadió: “En Argentina se habla mucho de la pérdida de la batalla cultural frente a los grandes medios y las grandes corporaciones, creo que el movimiento fracasó en esta batalla porque perdió el eje de la clase obrera como fundamento de cualquier discusión. Esto que planteaba Daniel del Salario Mínimo, Vital y Móvil como lo dicta la Constitución es algo que se ha dejado de discutir en Argentina y ahora se discute la canasta básica familiar, que incluye la comida y la vestimenta, pero todo lo demás no sería necesario que cubra esa canasta”.

“Entonces la pregunta es de dónde sacan los trabajadores para educar a sus hijos, para educarse ellos, para irse de vacaciones, para poder llevar adelante una vida digna ellos y de sus familias. Porque en definitiva el planteo que hacemos tanto desde la Federación como de los sindicatos tiene que ver con la dignidad de la familia, con que nuestros hijos puedan ir a las universidades, con que tengamos más tiempo para disfrutar en familia o tengamos más tiempo para el esparcimiento, para que el eje de la vida de un trabajador no sea el trabajo, sino el resultado que puede traer las condiciones salariales que le permitan vivir”, afirmó.

Además de la lucha por el salario y el relató sobre las históricas huelgas aceiteras, Pozzi contó la conquista de los Comité Mixtos desde donde la Federación comenzó a desarrollar un “pensamiento sobre la salud y la seguridad de los trabajadores” porque “creemos que parte de la autonomía también es desarrollar qué es lo que queremos, no que nos digan cuánto tenemos que cobrar o qué actividad nos enferma o nos lesiona más o menos, según el criterio de la empresa, que sabemos que dista bastante de la realidad de los trabajadores”.


“En ese contexto, se redujeron los riesgos de accidentes de trabajo en las fábricas, discutimos la modalidad de trabajo en cuanto a lesiones físicas, y hoy estamos discutiendo las enfermedades psicosociales, como por ejemplo las adicciones”, detalló Pozzi que ejemplificó con una anécdota que vivieron: “En uno de los primeros encuentros que tenemos en el Comité Mixto, dentro de nuestros asesores teníamos un psicólogo. Y las empresas se preguntaban para qué quería un trabajador un psicólogo. Se está deshumanizando totalmente la capacidad que puede tener un o una trabajadora dentro de planta y que sólo queda atada al servicio de generar una riqueza y no de tener un sentido propio a la hora de ir o no a trabajar”.

Esta lucha por las condiciones de trabajo, según relató Pozzi, “hemos generado otro tipo de conciencia en los compañeros y contagiando a otros sindicatos y sobre todo a sectores que eligen no dar esa discusión”. De todas maneras, Pozzi recalcó: “Son discusiones que hay que dar de cara al futuro, pero para discutir medio ambiente primero tenemos que tener trabajadores que cobren un salario digno y que tengan condiciones de trabajo óptimas. Creo que ese tipo de cosas que no se han resuelto y nos ha llevado a generar un vacío, un vacío de contenido por parte de los trabajadores y trabajadoras que generó ese hueco en donde nos hace perder a nosotros la batalla cultural con las grandes corporaciones. No había gente hablando de la necesidad real de los trabajadores. Nosotros lo que buscamos de nuestra Federación y de los sindicatos es darle un sentido a esa discusión también”.

Además de la democracia sindical, la lucha por el salario y las condiciones laborales, Pozzi hizo referencia a la batalla contra la tercerización dentro de las fábricas. “Fue fundamental a la hora de discutir salario y condiciones, pelear contra esa tercerización que tanto les gusta a las empresas, sobre todo a las multinacionales. Llevar adelante y sobre todo para tener la gente y la vida del trabajador a disposición”. “Esos tres ejes reúnen el principal problema que hoy tiene la clase trabajadora en la Argentina a nivel interno. La falta de sentido a las luchas para que no se convierta en un luchismo. Y a eso me refiero a la cantidad de sindicatos que hay que luchan, luchan y luchan, y pareciera que nunca consiguen nada. Y en realidad lo que no está claro es el objetivo de lo que quieren conseguir”, opinó.

“Nosotros hacemos esa autocrítica, reforzamos la democracia sindical y creemos que hay que plantear una salida fuera de la fábrica, en donde los sindicatos tengan tres o cuatro ejes en común, que logren una unidad y que tengan sobre todo una autonomía sobre las cuestiones partidarias. En Argentina tenemos otro problema que tiene que ver más con el afuera de los sindicatos, que rápidamente se convierten en sujetos de control”, cuestionó y agregó: “Donde pudiera haber un lugar en donde se discute política a partir de la necesidad de los trabajadores, empiezan a estar sujetos a condiciones de los partidos políticos estén o no de turno, pero su capacidad de lucha queda atada a eso. Pasó ya con el estallido del 2001, cuando vivimos un momento difícil con un montón de sujetos de lucha que rápidamente se convirtieron en dirigentes sociales y hoy no están discutiendo lo que esa gente sigue necesitando y que no se resolvió en estos casi 23 años”. “Me parece que unir a los sindicatos y lograr una autonomía desde ellos, defendiendo a los trabajadores y llevando adelante luchas en contra del poder de turno, es esencial para salir de lo que venimos padeciendo en la Argentina”, concluyó.

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La regresividad de la reforma laboral de Milei

Por último fue el turno del abogado laboralista Matías Cremonte, quien habló sobre la reforma laboral en Argentina. Tras agradecer la invitación al Congreso, se tomó un minuto para agradecer a Yofra y Pozzi por aceptar acompañarlo en este panel: “Son obreros de la industria aceitera, que circunstancialmente están llevando adelante una tarea sindical, y que más allá de que existe, desde luego, una actividad internacional muy fuerte del movimiento obrero en general, y Argentina no es la excepción, hay experiencias que no suelen conocerse, no suelen ser contadas, y que ellos hayan venido a compartirlas en este ámbito con ustedes sé que fue un esfuerzo y por eso lo agradezco públicamente”.

Luego, Cremonte explicó la reforma laboral en Argentina que “no dista mucho de lo que podemos definir como el programa de la derecha neoliberal para el mundo del trabajo desde hace 50 años”. “Con sus avances y sus retrocesos, siempre estamos ante los mismos escenarios y las mismas dificultades. Por supuesto, a veces de manera más trágica, como fue en los años 70, y a veces de manera más dócil, podríamos decirle, como lamentablemente está pasando en algunos de nuestros países”, contextualizó.

“América Latina es la región más desigual del mundo”, sentenció el asesor legal de la Federación y continuó: “Pero no tenemos por qué aceptar ese dato como si fuera consecuencia de las condiciones naturales o geográficas. Es consecuencia de decisiones políticas de diferentes gobiernos y, por supuesto, de los grupos y factores de poder real”.

Cremonte explicó que “nos empujan a resistir las reformas laborales regresivas, que siempre van precedidas de fundamentos que de mínima pudiéramos decir que son deshonestos” ya que “nadie dice que esta reforma laboral es para que los empresarios ganen más y los trabajadores ganen menos, que es en definitiva, siendo un poco simplista, el verdadero objetivo de los planes económicos y de las reformas laborales”.

En ese sentido, advirtió que “el fundamento que plantean es que estas reformas vienen a modernizar el derecho al trabajo, que supuestamente responde a una realidad industrial del siglo XX y no al desarrollo y a la modernidad del siglo XXI, con estas reformas entonces que reconocen y son regresivas, va a devenir un futuro de crecimiento económico, de aumento del empleo, de aumento del empleo registrado. Y en definitiva eso va a redundar finalmente en un beneficio para toda la sociedad”. Sin embargo, Cremonte aseguró: “Lo primero que queremos rebatir, y lo hemos hecho en cada ámbito en donde pudimos, es que ese fundamento en el que se sustenta la supuesta necesidad de una reforma laboral regresiva, en Argentina y en el mundo, es absolutamente falso”.

Si bien mencionó las políticas neoliberales aplicadas en Argentina en la década del 90 y sus nefastos resultados, Cremonte se apoyó en los estudios de organismos internacionales sobre el resultado de las reformas laborales regresivas aplicada en todo el mundo: “La Organización Internacional del Trabajo, en 2015, encargó a un grupo de expertos un estudio sobre el verdadero impacto de las reformas laborales en determinados países que habían reformado, ante la crisis del 2008, su legislación social, y analizó casos en países de todos los continentes y de distintos grados de desarrollo y llegó a una conclusión idéntica en todos los casos: en aquellos países en donde la reforma laboral fue regresiva, es decir, quitó derechos con ese supuesto beneficio futuro del crecimiento económico, el resultado en ningún caso fue ni el crecimiento económico, ni el crecimiento del empleo, ni el crecimiento de la registración. En todos los casos, todos los índices socioeconómicos empeoraron”.

“Por eso lo primero que decimos es lo que es falso, no solo es ese discurso, sino también que el derecho del trabajo sea una traba para el desarrollo económico”, indicó y agregó: “El derecho del trabajo, en el mejor de los casos, es de algún modo inocuo, y lo que es determinante, desde luego, son las políticas económicas que llevan adelante estos gobiernos neoliberales, y que tienen entonces como resultado el crecimiento del desempleo, la caída de los indicadores económicos y sociales, y por supuesto el aumento de la riqueza y de la desigualdad”.

Centrado sobre lo que ocurre Argentina, Cremonte declaró que “lo que hoy estamos viviendo en Argentina es una suerte de utopía del sueño neoliberal del mercado autorregulado”. “El trabajo sigue siendo una mercancía y el problema es que se paga por debajo de su valor. A 80 años de la declaración de Filadelfia, estamos demostrando que no llegamos a un mundo con justicia social, ni con salarios dignos, ni mucho menos que apunte al pleno empleo, todo lo contrario. Pero, insisto, tiene que ver con estas decisiones y con estos fundamentos ideológicos que son los que llevaron a presentar esta reforma laboral y un conjunto de reformas económicas muy drásticas en Argentina, en el gobierno del actual presidente Javier Milei, con esta idea de que el mercado es autorregulado”, detalló.

En ese sentido, explicó que el mercado autorregulado “es un eufemismo” ya que “si el Estado, si el derecho del trabajo, si la justicia laboral, si los sindicatos intervienen en el mercado del trabajo es para tratar de equilibrar una relación que naturalmente es desigual debido al poder de los empresarios, al poder económico. Intervenir es para igualar esa desigualdad real que se da en el mercado de trabajo y por lo tanto no intervenir, que es lo que se pregona, es dejar que el más fuerte se imponga sobre el más débil”. Cremonte explicó que no es “casualidad” que las reformas “comiencen siempre por la modificación de las estructuras de lo que podemos llamar el derecho colectivo del trabajo o el movimiento sindical”. “Si lo que hace fuerte a la clase trabajadora es la acción colectiva, si lo que originó el derecho social fue justamente la acción colectiva, no es de extrañar entonces que el primer objetivo del neoliberalismo sea destruir toda capacidad o posibilidad de la acción colectiva”, denunció.

“Atacar lo colectivo como condición necesaria para después modificar las condiciones de lo que llamamos el contrato individual de trabajo. Sin destruir lo colectivo no se puede destruir lo individual, por supuesto, por la natural resistencia a esas modificaciones”, indicó y manifestó: “Por eso es casi imposible legalmente hacer una huelga en América Latina, por eso la negociación colectiva se da por nivel de empresa, al menor nivel posible si es que se da, por eso la sindicalización se empuja y se permite solo al nivel de empresa, y ese objetivo también se dio en la mayoría de las reformas laborales en Europa o en países desarrollados de América del Norte”.

La contracara de este escenario es el movimiento obrero, que tal como explicó Cremonte, tiene objetivos contrarios, por lo que resaltó: “Una de las cosas que nos enorgullecemos en Argentina es que nuestro movimiento obrero fue capaz en todas estas décadas de defender la negociación colectiva por actividad, de defender la sindicalización por actividad, y de defender la existencia de delegados de fábrica, que de algún modo fueron la clave del éxito de la experiencia aceitera”.

En esa línea, Cremonte expresó que por esta lucha obrera, el gobierno de Milei, al igual que otros, comenzó su mandato con un “intento de reforma al Código Penal para profundizar la criminalización del derecho de huelga y a la protesta social” y continuó con “una reforma muy concreta de la Ley de Contrato de Trabajo, que de algún modo dejan en evidencia que nada de lo que se modifica puede, ni con el mayor ejercicio de imaginación, hacernos considerar que eso va a mejorar la economía o que eso va a mejorar el mundo del trabajo”.

Por el contrario, la reforma laboral de Milei tiene dos grandes objetivos: “La transferencia de ingresos de lo que es trabajo al capital y un aumento del sometimiento”. En ese sentido, Cremonte ejemplificó con algunos puntos de la reforma laboral como la extensión del período de prueba, la eliminación de todas las sanciones para el empleo no registrado, la eliminación de la indemnización agravada, fomentación de la tercerización y la subcontratación, entre otros. “¿Con qué objetivo? Por supuesto, pagar salarios más bajos, pero también, dividir, atomizar en distintos sindicatos, en un mismo lugar de trabajo, a ese colectivo”, denunció.

En los últimos minutos de su presentación, Cremonte se enfocó en “aspectos más complejos y colectivos de esta reforma laboral” como “la posibilidad de que se considere un despido justificado, desde el punto de vista del patrón del empleador, aquel que se da en un contexto de un conflicto colectivo de trabajo”. Esto significa que un empleador “puede despedir con justa causa, y por lo tanto no indemnizar ni ser sometido luego a un proceso por el cual puede ser condenado a reinstalar a ese trabajador o trabajadora, si en el marco de una medida legítima de acción sindical el empleador considera que se excedió, es él su propio juez y parte, ya no es un juez laboral que decide si hubo algún tipo de actitud injuriosa en un conflicto colectivo, sino que el propio empleador”, explicó y advirtió que se le dio al patrón “el poder absoluto para intervenir y atemorizar en el marco de un conflicto, de una huelga, de un reclamo, de una acción sindical al empleador”.

Para cerrar, Cremonte aseguró que “el contexto en el cual nos encontramos, no significa que no podamos tener una agenda progresista, que reformar la legislación laboral deba ser siempre un embate contra el derecho protectorio” al contrario “el movimiento obrero y laboralista puede impulsar una agenda propia”.

“¿Por qué no podemos tener una agenda que promueva la reducción de la jornada de trabajo, que ponga en disputa el tiempo de descanso? ¿Por qué no podemos tener una agenda que incluya, si no la prohibición, la limitación de la tercerización? ¿Por qué no podemos tener una agenda que incluya todos los derechos vinculados con la igualdad de género, que se están ganando en muchos lados, en las calles, pero que no se traducen en el contrato de trabajo? ¿Por qué no podemos legislar, como es el caso de Ecuador, el retorno a la negociación colectiva y la sindicalización por actividad y el ejercicio del derecho de huelga?”, cuestionó.

“Es fácil decirlo desde el laboralismo, es fácil decirlo desde los abogados y las abogadas, pero desde luego, es el movimiento obrero, la clase trabajadora, quien tiene la potestad y la posibilidad de llevar esa agenda al éxito. Pero sepan que van a contar entonces con los abogados y abogadas laboralistas para acompañar ese proceso y, de algún modo, estar al servicio de la lucha de clase”, concluyó.

Prensa FTCIODyARA