Compañero Horacio Zamboni
Lunes 22 de agosto de 2016 | Hoy se cumplen cuatro años del fallecimiento de nuestro compañero Horacio Zamboni, abogado laboralista, asesor de nuestra organización y maestro en la lucha y la vida sindical de muchos de nuestros compañeros.
Hay mucho por decir y recordar sobre Horacio. Tanto es así que desde el Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros de Rosario junto al historiador Leónidas Ceruti compilaron y editaron un libro dedicado a su obra y su memoria, con más de 800 páginas que pueden parecer muchas, pero que no alcanzan para contener ni explicar todo lo que fue Horacio, en su vida y para los trabajadores.
El recorrido de Zamboni junto a la clase comenzó en el cordón industrial del gran Rosario, con los trabajadores petroquímicos del SOEPU desde 1968, los obreros ceramistas y la construcción de la Intersindical Obrera. Su tarea fue interrumpida por la represión creciente: la persecución de la triple A y el encarcelamiento en 1974 a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Marchó al exilio desde la cárcel el 2 de febrero de 1975, antes de que se desatara lo peor del terrorismo de Estado sobre nuestro pueblo.
Luego de la caída de la dictadura cívico-militar volvió al país junto a su familia y estuvo junto a petroquímicos, ceramistas, bancarios. A fines de los 90 comenzó a participar en las reuniones de la Asesoría Jurídica de la CTA Nacional, donde conoció y colaboró en la formación de muchos abogados jóvenes, hoy muchos de ellos asesores de nuestra Federación. Entrado el nuevo siglo, conoció a los obreros aceiteros de Rosario. Desde el 2004 y hasta el momento de su muerte se estableció una relación profunda, de la cual surgió este proyecto político sindical que seguimos construyendo al día de hoy.
Los trabajadores intuitivamente sabemos que nos tenemos que unir para luchar contra el poder concentrado de la patronal. Horacio nos ayudó con el cómo y el porqué. Nos brindó herramientas fundamentales para nuestra organización y nos explicó las ideas más importantes que guían nuestro accionar, entre ellas la del valor de la fuerza de trabajo, lo que reclamamos para una vida digna para cada trabajador y su familia, el salario mínimo, vital y móvil según su definición legal en el 14 bis de la Constitución Nacional y el 116 de la Ley de Contrato de Trabajo.
Horacio nos marcó el camino, nos enseñó a fortalecer nuestra propia conciencia para transmitírsela a todas las compañeras y compañeros para fortalecer nuestra lucha y alcanzar los objetivos, el salario mínimo y vital, terminar con la tercerización de los compañeros y lograr el pase a planta, mejorar las condiciones laborales, defender la salud y conformar los Comités Mixtos de seguridad, lograr y profundizar la democracia obrera dentro de planta con asambleas y delegados, y afuera con elecciones limpias y transparentes y mayor participación, avanzar en la unidad y en la solidaridad en nuestro sector y con el resto de la clase trabajadora.
Fue un gran maestro, pero en su recuerdo no lo queremos transformar en una estatua de bronce. Horacio es memoria viva y presente y lo recordamos como lo que fue, un viejo cabrón con una gran inteligencia y un gran sentido del humor, impaciente, preocupado, crítico, con la capacidad para enseñarnos cosas y empujarnos un poco más adelante todos los días. Siempre insistió en promover la formación de todos los compañeros, promover la investigación, que sigamos estudiando y creciendo.
Lo que planteaba para los trabajadores lo cumplía para él y nunca dejó de estudiar. Además de lo legal, contaba con una fuerte formación económica. Leyó a autores de distintas corrientes desde el principio del capitalismo, sobre sus etapas y sus crisis, a Marx, a Keynes. Para representar mejor a los trabajadores se informaba sobre el funcionamiento de las empresas y del sector, desde la materia prima a su procesamiento industrial y los aspectos del comercio regional y global. Así lo hizo con las aceiteras, con las cerámicas y las petroquímicas, y eso también se lo transmitió a los jóvenes profesionales y a los compañeros dirigentes.
Por todo lo que nos brindó, su ausencia se nos hace grande y nos gustaría tenerlo hoy acá con nosotros, aunque fuera un rato nomás, para pedirle un consejo o debatir y que nos deje una idea, una reflexión para entender esta realidad injusta y compleja que enfrentamos todos los días, siempre con la idea de transformarla, “con la esperanza basada en la conciencia crítica de esta sociedad que sabemos que debe ser cambiada”.
En el Congreso de nuestra Federación de invierno de 2011, Horacio nos dijo que “un día, en la medida que sigamos adelante con la consigna del salario mínimo y vital, todos van a querer ser como los aceiteros, o ya no importará si son los aceiteros, todos van a querer la justicia que garantiza la Constitución y que sólo se consigue con la movilización general y la unidad de los trabajadores”. Y así es. Gracias a la lucha de todos estos años, y en particular con la histórica huelga de 25 días de la paritaria salarial del 2015, nuestra voz se va escuchando cada vez un poco más, defendiendo estas ideas, sus ideas, para la conquista de los derechos fundamentales para toda la clase trabajadora.
Seguir avanzando en este camino es uno de los homenajes que le rendimos todos los días.
Gracias, compañero Horacio Zamboni.
¡VIVA LA CLASE TRABAJADORA, VIVA LA LUCHA DE LOS TRABAJADORES, VIVA LA UNIDAD OBRERA!
Comisión Directiva
Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina