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Carina, la primera mecánica de una planta aceitera: “Las mujeres podemos con lo que nos propongamos”

Trabaja en la planta de Cargill e integra la comisión directiva del Sindicato de Aceiteros. Desde muy chica su papá le advirtió los desafíos que iba a tener que sortear, pero decidió seguir adelante.

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Carina divide su tiempo entre la planta aceitera y el sindicato, dos lugares donde sentó precedente.

Por Nahir Saieg. Fotos: Fotos: Virginia Benedetto. Diario La Capital | Desde que era muy chica Carina se colaba en el trabajo de su papá, mecánico de autos, para ver qué estaba haciendo. Recorriendo el taller con sus manos pequeñas engrasadas nació su pasión. Sin embargo, su padre fue el primer freno de todos los que vendrían después. “Me decía que era difícil para una mujer, que era un mundo de hombres. No quería que estudie eso porque sabía lo que iba a pasar, que me iban a discriminar”, señala antes de agregar orgullosa: “Pero seguí adelante”.

Años más tarde, tras convencer a su familia que la dejara cambiarse de escuela, se graduó de la Escuela Técnica Naval Sergio Santander y comenzó su carrera. Fue encargada de mantenimiento en una gran cadena de supermercados, después en una fábrica de helados y finalmente en 2012 se convirtió en la primera mujer mecánica en ingresar a una planta aceitera en Rosario.

Video: imágenes Virginia Benedetto, producción periodística Nahir Saieg, edición Andrés Mancini.

El gerente de su sector le hizo una advertencia antes de entrar. “Si a una persona nueva cuando ingresa en mecánica la miran 30 ojos, a vos por ser mujer te van a mirar 300”, le dijo sin ocultar la desconfianza que generaría su condición de mujer. Y así fue.

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La mecánica asegura que en el rubro “valen más las mañas que la fuerza”.

En los últimos diez años Carina ganó la aceptación y el respeto de sus compañeros y actualmente “trabajan de igual a igual”, pero no fue fácil.

“Todo lo que hacía era mirado mal, todo se tomaba con pinzas, negaban mis opiniones. La mujer siempre tiene que estar demostrando que puede en un mundo altamente masculinizado”, explicó a La Capital.

A sus 42 años, y con un largo camino recorrido, uno de sus deseos es que más mujeres puedan sumarse al mundo de la mecánica en las grandes plantas y fábricas. “Podemos con los que nos propongamos”, dice y confiesa también que en el rubro “valen más las mañas que la fuerza”.

La trabajadora de Cargill no sólo sentó precedente en la planta, sino también en la actividad gremial. Desde el año pasado es la primera mujer en integrar la comisión directiva del Sindicato Obreros y Empleados Aceiteros de Rosario (SOEAR), el más grande de la Federación de Aceiteros a nivel nacional.

Con más del 90 por ciento de sus afiliados varones, Carina busca desde entonces incluir más mujeres e integrar a las que ya están para trabajar en una agenda conjunta en pos de la igualdad de oportunidades y contar con herramientas concretas para los desafíos que se vienen. De ese 10 por cineto restante, la mayoría son secretarias del sindicato, de la obra social, trabajadoras de la plataforma volcable y de limpieza de oficinas. Ella es la única mecánica.

Según detalla, siempre vio la actividad gremial desde afuera hasta que los despidos en la planta donde trabaja ocurridos en 2018 afectaron al marido de una compañera. “Empecé a integrarme con ella, para darle la mano a una mujer”, resume.

Lleva pocos meses en el cargo pero se mueve por la sede de SOEAR, ubicada en García Velloso 791, como si fuese su casa. Charla con sus compañeros, comparte el desayuno y colabora con el reparto de útiles para los hijos e hijas de los afiliados antes del inicio del ciclo lectivo.

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Savone es además la única mujer en la comisión directiva de SOEAR (Sindicato Obreros y Empleados Aceiteros de Rosario).

“Al principio me sentía como un sapo de otro pozo pero los chicos me recibieron muy bien, me integraron y me siento muy bien”, precisa. Está acostumbrada a trabajar con hombres y eso forjó su carácter.

Para Carina “la mujer tiene que ir ganando lugar en todo”. Es la primera mecánica de una planta aceitera en Rosario y también la primera en sentarse a la mesa donde se dan las grandes discusiones gremiales. Si bien sostiene que nuestra sociedad es intrínsecamente machista y se cuestiona a la mujer cuando empieza a ganar espacios, insiste con la importancia de disputarlos.

“La mujer tiene que hacer lo que quiera. Si quiere quedarse en la casa que se quede, si quiere salir a trabajar que salga, si quiere ir a la luna que vaya a la luna”, subraya. Ella eligió avanzar en el mundo del trabajo y darle el ejemplo a su hija de cuatro años: “Nosotras podemos hacer lo que queramos”.